La lógica del capital subsumiendo las herencias del patriarcado teje con minuciosa obscenidad los destinos de la subjetividad de hombres y mujeres. Necesita de los sujetos ideológicos buscados que reproduzcan y den continuidad a su orden. Necesita encadenar las subjetividades a los designios de la obtención de beneficios, encadenamiento que queda invisibilizado detrás de una naturalización de comportamientos disociados de sus causas; situación, por otra parte, que cuenta con la complicidad de gran parte de las miradas de las ciencias psicológicas y sociales.
El trabajo, responsable de generar riqueza, entendida ésta como el mayor cúmulo de mercancías, estará al servicio de la obtención de beneficios por encima de cualquier pretensión que quiera dar cuenta de las necesidades humanas. Las especiales situaciones de desempleo que asolan la realidad actual, ponen hoy en descarnada evidencia los mandatos a los que está sometida la masculinidad, y saca a la luz la alta ingeniería, velada desde su naturalización, que conlleva el rol de “ser proveedor”. Hombre dispuesto a “morir como trabajador” (engranaje, sin tiempo, sin sentires, silenciada su boca, enajenado de su cuidado, en riesgo,…) o morirse si no trabaja (depresión, suicidio, impotencia, transgresión, adicciones,…).
Esta situación puede permitir poner más en el centro del análisis, aspectos estructurales en los escenarios de trabajos sobre la masculinidad, ya que está en juego la propia articulación de un engranaje que queda en una cierta deriva girando sobre sí, perdido su sentido, mientras la maquinaria capitalista prepara sus ajustes. En este contexto podemos plantearnos ¿Cómo aprovechar estos momentos de desestructura para introducir una lectura estructural? ¿Cómo mostrarle la potencia de lo humano cuando se piensa y se hace con otros, a quien siente que “no sirve cuando no es un buen trabajador”? ¿Cómo trasmitirle la tragedia de sentirse solo siendo miles, a quien está sumido en su dolor y desesperación (por razones materiales, pero también subjetivas)?
Es un tiempo de encrucijadas en que se puede afianzar a través de una fuerte retroalimentación la concepción de trabajo en el capital. Pero también son momentos favorables para una interpelación a esta concepción de trabajo…no son cuestiones nuevas, son nuevas las circunstancias… En esta encrucijada se juegan destinos de la vida humana, y en el caso que nos ocupa, de la masculinidad hegemónica y las nuevas masculinidades.